Como una madre primate normal

Biruté Galdikas. Reflejos del Edén. (Pepitas de calabaza)

Me sentí bendecida. Aquel año, era la segunda vez que Akmad había reconocido, aunque fuera por un breve instante, la relación que teníamos desde hacía más de quince años.”

Hizo todo lo que le habían dicho que era imposible. Consiguió acercarse a los orangutanes lo bastante como para seguir de cerca sus historias de vida y permaneció en la selva a pesar de condiciones extremadamente precarias, de las picaduras de insectos, las sanguijuelas, la perpetua humedad asfixiante y a pesar del peligro y del miedo.

Cuando Biruté Galdikas escribió Reflejos del Edén en 1994, llevaba más de veinte años viviendo en el Parque Nacional de Tanjung Putin, en Borneo, dedicada a la observación de los grandes primates anaranjados y enfrascada de manera intensiva en tareas de rescate de orangutanes cautivos y de activismo medioambiental en lucha por la conservación de la selva, su hábitat natural.

Imagino que el terror de estar sola en el bosque, sin ninguna luz, cuando ya ha anochecido, es como el miedo a ahogarse cuando estás nadando: sabes que si dejas que se adueñe de ti, puede que no vuelvas a ver la superficie, de modo que sigues adelante.”

Hay un momento del relato en que la primatóloga recuerda una serie de muertes ocurridas entre los ejemplares a los que seguía en aquel momento. Sus conocimientos sobre las costumbres y alimentación de estos animales le llevan a concluir que la causa de las muertes ha sido la desnutrición provocada a su vez por la masiva tala de árboles intensificada en ese periodo. Califica las pérdidas de traumáticas y las considera un antes y un después en su vida personal y profesional. La objetividad que se le exige como científica se le aparece como inconsistente con su labor investigadora: la inacción ante la amenaza que se cierne sobre los orangutanes le resulta una grave hipocresía teniendo en cuenta que es resultado directo de la actividad humana.

Esta imposibilidad de separar la observación y estudio de la especie de su cuidado y protección está presente en cada párrafo de su narración. En su recuerdo se solapan consideraciones que son al mismo tiempo subjetivas y científicas, pertenecientes a su vida privada a la vez que a su trabajo como figura pública.

El orgullo y los principios están muy bien pero el cuidado y la responsabilidad de una cría van primero. Me había comportado como una madre primate normal.”

En el lenguaje a veces casi poético que emplea para describir el bosque húmedo que es la casa de los orangutanes es indistinguible su curiosidad científica de su amor por la naturaleza. En sus reflexiones sobre los seres humanos y su historia evolutiva se percibe tanto su mente de antropóloga en busca de respuestas a los misterios de nuestra especie como el afán por hacer comprensible la necesidad imperiosa de una mirada ética que destaque la estrecha conexión que nos une con otras especies como un valor moral primordial.

Biruté Galdikas escribe desde el agradecimiento de quien siente como un gran privilegio haber sido admitida en un mundo fascinante. El vínculo afectivo y la empatía calan todas sus memorias y cada una de sus palabras. La belleza e inteligencia de aquellos grandes simios se manifiestan como correlato de su dignidad. Al contar su historia, esta mujer extraordinaria nos invita amable y apasionadamente a repensar nuestra relación con otras criaturas y con el planeta que habitamos.


Biruté Galdikas es una primatóloga canadiense que ha dedicado su vida al estudio y protección de orangutanes en Indonesia. Es profesora de la Univesitas Nasional de Jakarta y de la University Simon Fraser de Canadá. En 1986 fundó la Orangutan Foundation International (OFI), organización sin ánimo de lucro que continúa actualmente dedicada al estudio y protección de los orangutanes y otras especies de primates.

https://orangutan.org/

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