El chantaje y el hiyab






Najat El Hachmi. Siempre han hablado por nosotras (Destino)

"Entonces, ¿qué ha cambiado? ¿Qué ha hecho que el péndulo regrese al velo? 
                       Mona Eltahawy. El himen y el hiyab


La escritora Zoubida Boughaba publicaba hace unos días en su facebook una fotografía de un grupo de alumnas de un instituto de Alhucemas (Marruecos) en los años 70. Ni rastro de hiyab en ninguna de las cabezas. Sin embargo, si viajas a Marruecos actualmente, una mayoría aplastante de mujeres se cubren con el pañuelo en público y un porcentaje no desdeñable se tapan también los brazos y las piernas por completo incluso en verano e incluso en la playa.

¿De dónde ha surgido este retroceso? Najat El Hachmi nos lo cuenta en clave autobiográfica en este pequeño libro repleto de argumentos, desmentidos y denuncias contra posiciones reaccionarias disfrazadas de defensa del respeto a la identidad y a la diversidad.

La autora confiesa que todavía ahora que es una escritora reconocida y aplaudida, le persigue el temor a hablar, a expresar lo que piensa y, por tanto, a escribir. Denunciar lo injusto, alzar la voz contra lo inaceptable, no es sólo una rebeldía sino que supone para una mujer de origen musulmán una traición a la familia y al propio islam. El chantaje es poderoso.

Najat se crió en España durante los años 80, en una familia de emigrantes procedentes de Marruecos y en una pequeña ciudad catalana en la que a pesar de prevalecer algunas de las leyes machistas de la tradición heredada, también se iba produciendo una fusión con las costumbres más relajadas, por ejemplo en el vestir, de la sociedad española de ese momento.

Su escrito denuncia abiertamente cómo una serie de corrientes fundamentalistas y conservadoras se han apropiado de la representatividad del islam, especialmente en occidente, y promueven discursos que, supuestamente defendiendo los derechos humanos y hasta el feminismo, imponen costumbres opresoras para las mujeres y para sus cuerpos (obedecer al padre, al marido, cubrirse el cuerpo), otorgándoles significados ligados a una pureza y una austeridad inviolables en aras del respeto a la libertad religiosa.

Cuando empezamos a tocar los límites de nuestro pequeño mundo de mujeres y fuimos conscientes de muestra condición de musulmanas, cuando nos movimos, oímos el ruido metálico de las cadenas. Fue entonces cuando nos amenazaron con expulsarnos del islam. ¿Qué quieres?, ¿estudiar, trabajar, acostarte con cualquiera, hacer lo que te dé la gana? Y esta última acusación, la de pretender hacer lo que te diera la gana, era la peor de las acusaciones: pretender la libertad.”

El chantaje no funciona sólo para ella, recriminándole la traición a su cultura, sino que se extiende a cualquier voz que se alce crítica con la misoginia de ciertas prácticas, especialmente si esa voz viene de mujeres blancas europeas. La acusación de islamofobia se ha convertido en el no-argumento que cierra en falso cualquier debate. Najat El Hachmi se queja además de cómo ese chantaje ha calado gracias a la facilidad con que ciertos sectores de la izquierda caen en la trampa de la identidad abrazando una supuesta tolerancia tan laxa que permite tolerar lo intolerable.

A lo largo del pequeño ensayo, la escritora argumenta incansablemente desmontando las contradicciones del discurso posmoderno del respeto a la diversidad llevado al absurdo: mujeres hiyabistas que defienden el uso del velo mientras exhiben su narcisismo en instagram, académicas que postulan como feminista un islam que impone a las mujeres obediencia al marido y unas rígidas normas de conducta y de vida que no se exigen a los hombres.

Y las contradicciones le llevan a interrogantes que nunca son respondidos y qué podrían resumirse en esta pregunta: ¿Por qué ha de recaer la identidad del islam precisamente sobre las niñas y las mujeres y más específicamente sobre su cuerpo? Tal vez porque la ley del padre siempre ha incluido el silencio de las mujeres y porque esta nueva metamorfosis del islam instalada en Europa no es más que otra versión del machismo de siempre.

Podéis pasar el pañuelo por todos los filtros que queráis, hacerlo tan fashion como queráis, sacarlo en la portada del Vogue, …, blanquearlo tanto como queráis, pero no por eso dejará de ser lo que siempre ha sido: el velo de siempre, la cortina del patio, nuestra dignidad de mujeres puesta en entredicho, … Si el pañuelo es identidad, es identidad del machismo, no de las mujeres.”

Aunque su autora dice no querer ser valiente sino tan solo sobrevivir, Siempre han hablado por nosotras es un texto que desprende coraje y lucidez. Su lectura entristece e inquieta. Pero la escritura de Najat El Hachmi, su voz clara en medio del ruido y la crispación, infunden fuerza y esperanza.




Najat El Hachmi (Beni Sidel, Marruecos, 1979) es autora de títulos como El último patriarca (2008) – por la que recibió el Premio Ramón Llull–, La hija extranjera (2015) y Madre de leche y miel.

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