Sexo, mentiras y filosofía moral

 

Ana de Miguel. Ética para Celia. Contra la doble verdad. (Penguin Random House)



Vaya, nos dicen que en aquella época era imposible pensar de otro modo; pensar, por ejemplo, que las mujeres eran sujetos que deseaban tener una vida propia. Cuando dicen aquella época, se refieren tanto al siglo V a. C. como al siglo XIX.”


A Nicómaco se lo dejó bien clarito su padre, el gran pensador: las mujeres no tenemos alma ni falta que nos hace porque si somos meras vasijas que albergan la vida insuflada por el varón, ¿para que habríamos de necesitar capacidad racional o moral?


Ahí, donde chirrían escandalosamente las bisagras imposibles que pretenden compaginar la ontología clásica – esa que nos negó a las mujeres lo primordial, el ser – y el espejismo de una ética igualitaria que de hecho sólo nos ha dejado el “ser para otros”, justo ahí está el meollo de las sospechas que Ana de Miguel desgrana en su nuevo libro.


A Celia le habla su madre, la gran filósofa, para trasladarle sus quejas y su cabreo, un cabreo histórico al que no dan tregua las dobles verdades cuyos efectos adversos han constreñido siempre, y aún siguen atenazando, las vidas de las mujeres. Hay una verdad para chicas y otra para chicos, ¿cómo puede ser, en la era de la igualdad?


Esa ontología tramposa anclada en las raíces más profundas de nuestra cultura, ese “chollo ontológico” del que nos habla de Miguel, ha otorgado posibilidades y límites diferenciados a mujeres y hombres en cualquier ámbito donde pongamos atención. En la ciencia, identificando la objetividad con la subjetividad masculina – el "morro epistemológico" en este caso. En la educación, promoviendo objetivos y expectativas distintas – ya lo dijo Rousseau, el gran padre de la igualdad. En el lenguaje, asimilando hombre (varón) a humanidad. En la economía, repartiendo tareas injustamente y despreciando las más imprescindibles privándolas por completo de reconocimiento monetario y social. Y por supuesto, en todo lo relativo al sexo y la sexualidad. Para eso nos habla Ana de Miguel de Nietzsche, el transgresor, que quiso cambiar todo excepto lo de siempre.


¿Cuestionó la filosofía el mito de que los hombres eran superiores a las mujeres, de la importancia masculina frente a la insignificancia femenina? En principio, más que nada, parece que los filósofos se limitaron a dar las gracias por no haber nacido mujeres. Luego se dedicaron a explicar que lo patriarcal es racional.”


Es precisamente el reconocimiento el concepto moral sobre el que nuestra autora construye su discurso. La ética trata del reconocimiento, que no de la aprobación, puesto que trata del poder y de la dignidad. Descartar, entonces, cualquier consideración moral sobre sexo tachándola de simple moralina o puritanismo es una trampa que se parece mucho al chantaje. Porque no puede ser, dice Ana de Miguel, que justo el sexo, el lugar donde se vierten las desigualdades de poder más sangrantes, sea el único espacio en el que no proceda moralizar. Es un truco muy viejo y ya no cuela.


El reconocimiento es la necesidad de no ser tratada como ontológicamente inferior y en la supresión sistemática de ese reconocimiento reside el germen de la violencia machista y particularmente de la violencia sexual. El feminismo ha desenmascarado las dos grandes mentiras del ser femenino: “ser es ser para otros” y, su versión posmoderna, “ser es ser deseada”. El sexo, por tanto, es una cuestión moral esencial, nos va la vida en ello.


Para poder pensar juntos todo, empieza por que los hombres, por primera vez en su vida y en la historia, se pongan en nuestro lugar.”


A Celia le habla su madre pero, a través de Celia, la gran pensadora, la maestra, la artista de la palabra que conjuga la alta filosofía con ejemplos tronchantes de la vida cotidiana nos habla a toda la sociedad. Ana de Miguel hace gala práctica de un sentido del humor que, sin dejar de rezumar rabia y estupor, resiste la estafa fundamental, las mentiras sobre las que se han edificado las verdades de la filosofía moral.





Ana de Miguel (Santander, 1961) es una filósofa y feminista española. Es profesora titular de Filosofía Moral y Política de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y autora de Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección (2015). Es Comadre de Oro de las Comadres de Gijón.





Comentarios

Entradas populares de este blog

Palabras como semillas

Hechos, no palabras