Una miliciana extremeña
María
de la Luz Mejías Correa. Así fue pasando el tiempo
(Renacimiento)
“– Uy,
¡qué guapina eres! ¿Por qué te fuiste a la guerra con lo guapa
que tú eres?
– Porque
tuve ganas, contesté. Salieron sin más y me quedé tranquila .”
Así
fue pasando el tiempo es el testimonio de una mujer extremeña que
con veinte años se unió a las milicias republicanas al comienzo de
la guerra civil española. El libro es la transcripción de las
grabaciones que su nieto realizó de su abuela contando toda su vida:
su infancia de niña huérfana en los pueblos de Alconchel, Higuera
de Vargas y Olivenza, sus años de adolescente trabajando como criada
en varias casas y en un sanatorio de la ciudad de Badajoz, su lucha
en el frente durante toda la guerra, los meses de cárcel tras la
derrota y las infinitas penurias sufridas después, durante los años
más duros del franquismo, para sobrevivir, para tener con qué
alimentar a sus hijos y para salir adelante con dignidad entre tanta
miseria y barbarie.
Su
relato, que tiene el ritmo y la calidez propias de la narración oral
y espontánea, arroja un retrato valiosísimo de los cambios vividos
por la población rural extremeña antes, durante y después de la
guerra civil.
“En
la mentalidad beata de entonces, que una mujer se pusiese pantalones,
era un travestismo y una inmoralidad. Así que a las que lo hacíamos
nos llamaban “machos pericos”, que es lo que decían a las
mujeres que para ellos no eran femeninas. Y es que en general las
mentalidades estaban muy atrasadas entonces.”
En la
vida de María se encarna el éxodo de los pueblos a las ciudades a
lo largo de gran parte del siglo XX. Ella fue una de las avanzadas
porque con tan sólo trece años se instaló en la capital para
trabajar . Allí conoció a su novio y se unieron a las Juventudes
Socialistas Unificadas y más tarde, al comienzo de la guerra, a las
milicias republicanas.
La
mirada de María nos sirve también de memoria viva de la matanza de
Badajoz y del desarrollo del conflicto visto desde la resistencia en
Madrid, donde pasó la mayor parte del tiempo que duró la guerra.
“Cuando
estábamos en la milicia estábamos comidos de piojos y casi ni
podíamos vivir de la miseria que teníamos. Hacía mucho frío. Era
pleno invierno y nada más nos abrigábamos con las ropas que
teníamos puestas. No teníamos calefacción, ni teníamos lumbre, ni
teníamos nada…..Caían obuses que tiraban con los cañones y
bombas de la aviación. Sonaban las sirenas de alarma para esconder a
la población en los refugios, en los sótanos. Yo nunca hice caso, y
me quedaba fuera oyendo los motores de los aviones pasar. Las calles
de Madrid siempre estaban vacías.”
Se
ha escrito tanto sobre la guerra civil y, sin embargo, qué pocos
testimonios de mujeres. Para todas ellas, el final de la guerra
supuso una doble derrota. A la pérdida de un gobierno democrático
para España las mujeres tuvieron que añadir, durante más de
cuarenta años, la pérdida de sus derechos como personas,
conquistados no sin dificultad durante la República , y que el
franquismo borró de un plumazo haciendo a la historia y a nuestro
país retroceder medio siglo.
“Nada
había hecho para merecer cárcel y estuve casi un año presa, con
condena de seis años y un día que finalmente no cumplí. Nada había
hecho Juan y lo absolvieron, pero estuvo en un campo de concentración
en Madrid y tuvo tres meses de prisión en Olivenza. Todavía a fecha
de hoy, ningún gobierno de España nos ha pedido perdón por el
error cometido, las torturas y el sufrimiento, ni por los familiares
fusilados o desaparecidos.”
La
guerra también fue para ellas, para las que, como María, se unieron
a las milicias y para las que no. Dar voz y visibilidad al recuerdo
de tantas Marías silenciadas es una cuestión de justicia social y
humanitaria
María
de la Luz Mejías Correa (Olivenza, Badajoz, 1916) es una mujer
extremeña que durante la guerra civil española formó parte de las
milicias repúblicanas perteneciendo a la llamada columna de Pedro
Rubio.
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