De violaciones o cómo contar una guerra
“La
guerra no es fácil. El matrimonio tampoco. Voy a contarte cómo fue
todo porque tengo que contarlo al menos una vez”
Cuánto
se ha escrito sobre la 2ª Guerra Mundial y, sin embargo, qué poco
sobre las violaciones sistemáticas a cientos de miles de mujeres,
los embarazos, los contagios de enfermedades...
Eso también fue la 2ª
Guerra Mundial.
Alain
Polcz relata en Una mujer en el frente los meses en que, con
19 años y recién casada, permaneció huyendo de la línea del
frente entre Transilvania (entonces Rumanía) y Hungría. Describe
los diferentes lugares en que estuvo durante aquellos meses, a veces
refugiándose de los bombardeos, a veces esperando a poder buscar
otro sitio más seguro, a veces retenida a la fuerza por los soldados
alemanes o rusos. Describe también a las personas con las que
convivió entonces, la miseria absoluta, el hambre, el frío, la
suciedad y sobre todo las atroces violaciones de las mujeres
cometidas por soldados de ambos bandos de manera sádica y brutal:
“Desde
el techo me llegaba una voz de una mujer: ¡Mamá, mamá!, gritaba.
Me di cuenta de que era mi voz, que era yo quien gritaba.
Cuando
me di cuenta, dejé de gritar; permanecí muda e inmóvil. Recobré
la conciencia pero no la sensibilidad corporal, como si estuviera
congelada. Seguramente tenía frío en aquella habitación sin
ventanas, sin calefacción, desnuda de cintura para abajo. No sé
cuántos rusos pasaron por mí después, tampoco sé cuántos habían
pasado antes. Me levanté, me moví con dificultad. Me dolía la
cabeza, todo el cuerpo. Sangraba intensamente.”
Y en
otro momento:
“No
sé cuánto tiempo duró ni cuántos eran. Ya de madrugada entendí
cómo se producía la fractura de columna. Hacían lo siguiente:
levantaban las piernas de las mujeres por encima de los hombros y se
apoyaban en ellas arrodillados. Si uno daba un empujón demasiado
fuerte, la columna de la mujer se rompía........Yo también creía
que me estaba matando, que moriría en sus manos. Me provocaron una
lesión de columna, pero no me la rompieron. Puesto que una se movía
apoyándose siempre en el mismo punto, me hicieron una herida en la
espalda. La ropa se me pegaba en la herida, que sangraba, pero sólo
lo noté más tarde. Me dolía todo tanto que no reparé en ello.”
Ojalá
pudiera yo escribir aquí que estos hechos pertenecen al pasado,
ojalá pudiera escribir que no se han vuelto a repetir. Por
desgracia, lo que Alain Polcz cuenta en este libro es algo
tristemente muy actual. Svetlana Alekievic recogió en su libro Voces
de Chernobil los recuerdos y testimonios de personas afectadas
por el desastre tal y como lo recordaban décadas después de
ocurrido. Su conclusión fue que Chernobil no era un suceso del
pasado sino que en realidad era una crónica del futuro.
En el
mundo existen hoy más de 65 millones de refugiados y, entre ellos,
las mujeres y las niñas y niños son los más vulnerables porque
además del desarraigo y la miseria que sufren en su exilio, se
exponen a violencia física y sexual como la descrita por Alain Polcz
en primera persona.
No hay
rencor en su relato, no hay victimismo. Describe pequeños
acontecimientos tal y como los va recordando cuarenta años después. En su voz cobran un significado grande, universal.
Escribe con la sencillez y la contundencia de quien se ha dado cuenta
de que es preciso contar lo que vivió:
“Se
ha de escribir todo, todo y desnudo”.
Un
libro doloroso. E imprescindible.
Alaine Polcz fue una escritora y psicóloga nacida en Kolozsvár (entonces Rumanía) en 1922. Fue también la fundadora del Hungarian Hospice Movement (una organización benéfica de hospicios para enfermos terminales). Murió en Budapest en 2007.
El hombre horroriza. No tengo palabras. Bueno sí, las tengo. Pero son palabras muy fuertes y desagradables, y malos deseos para todos estos cobardes. No puedo evitar desearles lo peor en la vida.
ResponderEliminarGracias, Jesús, por leer y compartir el blog. La propia Alain Polcz dice en el libro: "En la guerra uno se vuelve horrible, irracional." Lo que podemos hacer es difundir este testimonio de la atrocidad y denunciar las atrocidades con las que convivimos. ¡Hasta pronto!
ResponderEliminarGracias, Juli, por traernos estos testimonios. Hay que leer, leer mucho, siempre es poco. Cuántas mujeres podrán estar pasando por esta situación hoy en día.
ResponderEliminarQué dolorosas palabras. Qué fortaleza dentro de todo el horror y el infierno. Gracias por compartir este artículo, Julia.
ResponderEliminarGracias a ti por leerlo y comentar. Un abrazo!
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